domingo, 22 de abril de 2012

El Infierno


La quema de unos libros de Darwin en la plaza mientras por la radio suena un mensaje del jefe reptiliano arengando a las masas como si de un “gran hermano” se tratase me hicieron sospechar que algo raro estaba pasando. Comienzo a caminar y me encuentro con gente moribunda por las calles infectada de viruela, de poliomielitis, de sarampión… muriendo sin remedio alguno mientras toman pastillas de azúcar mojadas en agua… “¿Pero qué mundo es este?” me pregunto sin obtener respuesta. Comienzo a pulular por las calles hasta que llego al museo. “Por fin” pienso. “Algo que reconozco”. Al entrar, me doy cuenta de que definitivamente no estoy en mi mundo: un gran arca de Noé con un Tyrannosaurus Rex en la escalinata de entrada preside el hall principal. Entonces, no puedo más y comienzo a gritar desesperado “¡Me he vuelto loco! ¡Viva la involución!”… y unos hombres vestidos con sotanas negras se acercan con muy malas pulgas… Despierto en una sala decorada con símbolos masones y un gran globo terráqueo en el que se aprecia un gran agujero en el Polo Norte, donde se puede leer “Entrada”. Tras la mesa, un médico me mira con cara de indiferencia, y sin siquiera preguntarme, me dice “túmbate. Está claro que necesitas una sesión de par biomagnético fuerte combinada con una dosis doble de terapia fotónica. Las diluciones homeopáticas no han surtido mucho efecto. Debes estar infectado por algún patógeno más grave… Además, tu carta natal ya te avisaba de que tendrías problemas de salud. La cuadratura de la Luna con Marte es evidente, ¿por qué no viniste antes?” Me tumba en una camilla mientras una enfermera pechugona me incrusta unos cristales de colores por todo el cuerpo, y unos imanes en el costado. Mi cara de terror es evidente… “¿Qué me está haciendo este charlatán? ¡Si yo no estoy enfermo!” me repito a mí mismo. Intento explicarle que no estoy enfermo, que la impresión de ver cómo se quemaban libros de Darwin me ha exaltado, y antes de terminar la frase, me tapa la boca con la mano, y me dice “¡¿te has vuelto loco del todo?! ¡Está terminantemente prohibido mencionar a ese hereje! ¡Enfermera, traiga inmediatamente un kit de reiki, el paciente está peor de lo que pensábamos!” Intento levantarme de la camilla, pero el médico me retiene y forcejea conmigo. En la lucha, se me cae un pastillero del bolsillo. “¿Qué es esto?” pregunta el médico. “¿A-tri-pla? ¿Qué es, una droga de diseño? ¡Maldita juventud!”… Le intento explicar que es un antirretroviral para combatir el VIH, y me espeta entre carcajadas “¡¿El VIH?! ¡Si todo el mundo sabe que eso no existe! ¿Ves como eres un drogata? ¡Sólo los drogatas se inventarían semejante bulo para ocultar su adicción! Me parece que contigo vamos a tener que usar métodos más extremos. Llamaré al reverendo Medina. Seguro que él sabe lo que tiene que hacer”… El reverendo Medina es un hombre recio, vestido con un traje blanco y lleva una Biblia en la mano derecha. Me mira de arriba abajo. “No hay duda” comenta. “Está poseído. Preparen la sala para el exorcismo”. Me desnudan y me atan a una cama, me cubren el cuerpo con aceites esenciales y me rodean con sal. El clérigo comienza a decir su letanía y yo sólo puedo gritar y gritar… ¡No me puedo creer lo que me está pasando! De repente, me rocían con latigazos de agua fría… horrorizado, comienzo a gritar, a gritar… ¡a gritar!... y entonces oigo una voz que me dice “¡despierta, cariño, despierta!” Al volver en mí me doy cuenta de que estoy en mi habitación al lado de mi marido y empapado en sudor… ¡Había sido una pesadilla! Mi marido me pregunta “¿qué soñabas?” y yo sólo acierto a decir “con el Infierno. He soñado con el Infierno”.

viernes, 6 de abril de 2012

El (in)discreto encanto de la burguesía católica


Saludos desde la cara oculta de la Luna. Hoy es Viernes Santo, una de las festividades más importantes dentro del mundo cristiano en general, y católico en particular. Y como muchos otros años, al mirar por la ventana se me ha dibujado una maliciosa sonrisa: está lloviendo, lo que significa que muchos pasos no podrán salir en procesión. En cualquier otra sociedad, incluso sentiría lástima por el cofrade que sale en el telediario llorando a moco tendido porque su talla de madera no puede salir, pero en esta sociedad, en este “Españistán” en que vivimos, no puedo tener piedad. No me dejan tenerla.

Rouco, en plan "indignado".
Ayer, Jueves Santo, se tenía previsto hacer una manifestación para protestar contra los privilegios económicos de la Iglesia Católica, y tanto la Delegación del Gobierno en primera instancia, como el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en segunda, han prohibido tal acto de libertad de expresión. ¿El motivo? Que el Jueves Santo es un día "de especial significación para los católicos", y que se da "la necesaria protección del derecho fundamental de libertad religiosa de los católicos  que tradicionalmente celebran en esta zona sus procesiones de Semana Santa, así como la existencia de razones fundadas de alteración del orden público, con peligro real para la integridad física o moral de las personas, y la integridad de bienes públicos o privados". Es decir, el TSJM declara conforme a Derecho la prohibición de la Delegación del Gobierno, por la “necesaria protección del derecho fundamental de libertad religiosa” y la “existencia de razones fundadas de alteración del orden público”. Esta decisión viene avalada, no sólo por el TSJM, sino también por el Ayuntamiento de Madrid, la Jefatura Superior de Policía de Madrid, y la Abogacía del Estado. Hasta aquí, no tendría nada que objetar si la decisión de prohibir una manifestación fuera la expuesta. Pero es que no lo es. Esta prohibición se basa en dos supuestos que en la realidad no se dan. 

Entrevistadas las asociaciones convocantes, y atendiendo al lema de la manifestación, es evidente que no se pretende en ningún modo soliviantar a los procesionarios, sino usar un espacio que hasta ayer parecía ser público, como es la calle, para protestar contra unos privilegios de un club privado llamado Iglesia Católica, y se pretende hacer un día de Jueves Santo precisamente porque coincide con una de las fiestas grandes de este club. Basándome en las declaraciones publicadas tanto de la AMAL (Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores) como de la Asamblea La Playa de Lavapiés, ni tan siquiera el recorrido presentado ante Delegación de Gobierno coincide con ninguna procesión. Es decir, las asociaciones convocantes, mostrando un absoluto respeto hacia las personas creyentes, y para no vulnerar su derecho de libertad religiosa, deciden no pasar por ningún lugar donde pueda haber colisiones. Y aún así, se les prohíbe. Podemos decir, por consiguiente, que para la Delegación de Gobierno es más importante el derecho de libertad religiosa que la libertad de expresión. 

Pero, hagamos un poco de historia… ¿Realmente las asociaciones ateas, laicas, o librepensadoras atentan contra la libertad religiosa, o son las asociaciones católicas las que atentan contra la libertad de expresión de todo aquel que no profese su fe? Para entender esto, primero tendremos que explicarnos qué es una procesión, así que acudamos al DRAE:

procesión.
(Del lat. processĭo, -ōnis).
1. f. Acción de proceder algo de otra cosa.
2. f. Acto de ir ordenadamente de un lugar a otro muchas personas con algún fin público y solemne, por lo común religioso. […]

Según su acepción segunda, una procesión sería, por tanto, un acto público y solemne, que suele ser religioso, donde mucha gente va de forma ordenada de un lugar a otro. Un acto público… Un momento, ¿pero este tipo de actos no los convoca una organización privada? Entonces, ¿por qué una procesión tiene carácter público? Porque Españistán, aunque legalmente sea un país “aconfesional”, en la práctica sigue siendo un país católico, y todo acto referente a la Iglesia Católica es un acto de interés nacional. Bien, ya sabemos que las procesiones son un “acto público”. ¿Y las manifestaciones, lo son? Veamos qué dice el DRAE:

manifestación.
(Del lat. manifestatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de manifestar o manifestarse.
2. f. Reunión pública, generalmente al aire libre, en la cual los asistentes a ella reclaman algo o expresan su protesta por algo. […]

Es decir, también la manifestación se considera, según nuestros académicos, un “acto público”. Entendemos así que tanto una procesión como una manifestación encarnan el desarrollo de un derecho fundamental recogido por nuestra Carta Magna, las libertades religiosa y de expresión. Entonces, ¿por qué la Delegación del Gobierno vulnera uno de estos derechos en detrimento del otro? Quizás la respuesta la encontremos en el color político de quien detenta el gobierno, y su afinidad más que conocida con la jerarquía del citado club privado. 

Niños de la mochila en pleno Sol.
Pero vamos más allá. Además del sacrosanto derecho de libertad religiosa, la Delegación aduce que hay motivos más que fundados para pensar que una manifestación de estas características supondría una clara provocación y su consecuencia sería el desorden público. Bien, no habría nada que objetar si el citado organismo midiera a ambos sectores por el mismo rasero, pero la realidad, como viene siendo habitual, es otra muy distinta. Como ejemplo, pondré lo sucedido el pasado 17 de agosto en Madrid, con motivo de la visita de Su Santidad a nuestra Piel de Toro. La manifestación laica, cuyo lema era “de mis impuesto, al Papa cero” estaba aprobada por la Delegación de Gobierno, no pasaba por ningún sitio por donde supuestamente el presidente del Vaticano tuviera que pasar, y en cambio, cuando se llegó a la Puerta del Sol, para sorpresa de todos los allí presentes, nos encontramos con una contramanifestación de los niñatos de la mochila, que ni estaba comunicada, ni estaba autorizada. Los allí concentrados tuvimos que sufrir insultos, intentos de agresión, vejaciones, y todo tipo de violencia por parte de una masa fundamentalista enfurecida que ocupó la calle sin permiso, y a la que se trató con exquisito cuidado por parte de la policía
Policía "intercambiando" pareceres...
municipal, cuerpo que, una vez desalojada la plaza a eso de las once de la noche, y al grito de “basta de mariconadas, sacad las porras y lo que haga falta”, cargaron contra las personas que pacíficamente nos habíamos concentrado allí. Puedo decir sin miedo a equivocarme que no hubo ni una sola agresión por parte de los manifestantes a ningún niño mochilero -mochila, por cierto, pagada con los impuestos de todos los españistaníes-, mientras que mi posición privilegiada desde un balcón que daba a la Puerta del Sol me permitió ver a curas intentando quitarles banderas gays a manifestantes, a una señora que no toma fibra desde hace años persiguiendo a un grupo de manifestantes al grito de “¡rojos, que sois una panda de rojos!”, o a unos cuantos niños de la mochilita provocando, en todos los idiomas que os podáis imaginar, a la gente que ejercía su derecho de libertad de expresión autorizado por las instituciones. Huelga decir que, desde mi atalaya, pude ver toda la acción policial, la cual fue brutal, desmedida, injusta y por supuesto ilegal en un Estado de Derecho… Y no era Jueves Santo, no había riesgo de que se vulnerara el principio de libertad religiosa. Curioso. Sigamos buscando otros ejemplos… Por ejemplo, la manifestación antiabortista del 8 de marzo del 2011 en Sevilla, día de la Mujer Trabajadora. ¿No había otro día que el 8 de marzo para hacer una manifestación antiabortista, Día del Mujer Trabajadora? ¿No es esto una provocación hacia los grupos feministas y antipatriarcales, que ese día sin duda salieron (salimos) en manifestación por todas las ciudades del país? ¿Aquí no se vulnera el principio de libertad de expresión de las manifestantes? A gritos del tipo “Bibiana Aído asesina” o “Ministra hija de puta” estos asiduos caníbales de carne y sangre de Cristo iban de la mano de la Curia española y la jerarquía del PP, hoy en el gobierno. A ver si encuentro más ejemplos… ¡Ah, sí! ¿Qué tal el 20 de junio del 2005, justo una semana antes del Día del Orgullo Gay, en donde tanto la Iglesia Católica como el PP montaron una manifestación en Madrid para pedir la derogación de la Ley de
Aquí, unos de "extremo centro"...
Matrimonio Homosexual? ¿No es esto una provocación hacia todos los y las homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales que en aquella semana nos preparábamos para nuestra manifestación? ¿No esto una injerencia directa de un club privado sobre la política de un país, que tiene que velar por el bienestar de todo el mundo? ¿No es esto una provocación y una vulneración de mis derechos como homosexual? Yo ese día escuché a mucho católico “ofendido” con que se llamara matrimonio a lo que sea que hagan dos maricones en la intimidad de su casa. Como si el matrimonio lo hubiera inventado el cristianismo… O peor aún, como si las personas tuviéramos que continuar pidiendo permiso a la Iglesia Nacional-Católica para hacer según qué cosas… Curioso, una vez más. En ninguno de estos casos vi a la policía cargar contra los curas, independientemente de que su discurso fuera violento, incendiario, intolerante y falto de eso que tanto predican, pero que no practican: caridad. 

A Dios rogando...
Vistos estos ejemplo, es evidente quién tiene derecho a “provocar”, y quién tiene la obligación de “callar”. Así que, la próxima vez que un católico nos pare por la calle en plena manifestación protestando por algo que es de justicia, incluso para él, y nos diga que le estamos ofendiendo con nuestro discurso anticlerical, digámosle que no se preocupe, que la policía velará por que su libertad religiosa quede intacta de la forma en la que siempre lo han hecho, y tan del agrado del facherío nacional. Eso sí, el próximo 8 de marzo, o 28 de junio, o cualquier otro día donde esta gente salga de sus cavernas a la luz del sol a soltar sus soflamas, no se os ocurra acercaros a alguno a decirles que os están ofendiendo, porque aparte de rociaros con agua bendita, lo más probable es que terminéis apaleados por un municipal, y en primera plana de algún que otro diario como “agitador intolerante” o “miembro encubierto de Al-Qaeda”. Nos vemos en la cara oculta de la Luna, en donde, afortunadamente, no sufrimos procesiones de Semana Santa.

domingo, 1 de abril de 2012

El desencanto, o "magufo, qué cansino eres"...


Saludos desde la cara oculta de la Luna. Hoy quiero incidir en una tendencia que estoy viendo últimamente dentro de las filas del ejército del pensamiento crítico: el desencanto. En los últimos días hemos visto cómo personas que han sido poco menos que abanderados en esta lucha, han decidido darse un respiro hartos de tanta barbarie. Así, conocimos no hace ni dos semanas que La Pizarra de Yuri se tomaba un descanso, y no hace ni una que mi muy querido amigo Manuel, de La Ciencia y sus Demonios, decía también “hasta pronto”. Si bien es cierto que en este último caso las responsabilidades profesionales han tenido mucho que ver (cosa de la que nos alegramos), también es verdad que él mismo mostraba cierto desencanto hacia una labor que era poco menos que predicar en el desierto. Y es que últimamente estamos viendo que hay demasiados Quijotes por cada Sancho, desequilibrándose la correlación de fuerzas de forma estrepitosa.

Entiendo perfectamente que alguien que ha dedicado más de la mitad de su vida a formarse como científico, que tiene el inmenso privilegio (sí, en las Españas lo es) de dedicarse a la investigación biológica no entienda que haya seres humanos capaces de negar, así por las buenas, todo hallazgo probado científicamente por el simple hecho de negarlo. Entiendo, además, que es muy cansino eso de tener que estar repitiendo como un papagayo las mismas frases, los mismos argumentos, las mismas referencias… para al final tener la sensación de que no sirve para nada. 

Creacionistas... Hay que quererlos...
Día sí, y día también, los generales de la sinrazón nos envían esbirros muy bien instruidos para desestabilizar nuestras líneas, conocedores de que nuestro principal fuerte es también nuestra principal debilidad: el diálogo. Así, nos encontramos con personas que prostituyen el lenguaje, lo tergiversan, lo retuercen, mezclan en sus argumentos una verdad con un sinnúmero de mentiras, usando todas las falacias descritas en la Lógica clásica, para dar la vuelta a cualquier hecho que se les presente delante, y que éste parezca querer decir lo contrario de lo que realmente quiere decir. Es decir, son personas adiestradas concienzudamente para “ganar” un debate, aunque para ello se valgan de cualquier artimaña, por muy sucia que ésta sea. Claro, ante esta situación es muy difícil mantener la calma sin dar un puñetazo sobre la mesa, o soltar algún que otro improperio, motivo que se usa convenientemente para desacreditar la argumentación y las pruebas mostradas hasta el momento, escudándose en la libertad de expresión, gritando contra la censura impuesta, y apelando a algún que otro ilustre científico o pensador obligado a retractarse o a morir por sus descubrimientos u opiniones. Como en este último apartado los generales del ejército de la sinrazón no demuestran tener muchas luces, siempre (o casi siempre) se suelen decantar por Galileo, Giordano Bruno, Copérnico y Miguel Servet. 

El problema principal es que todo esto se desarrolla en nuestro propio terreno, en lugares en donde por nuestra propia coherencia civilizada no negamos la entrada de nadie a priori, y permitimos que se nos cuelen poco menos que hasta la cocina, lo que hace que el desgaste sea mucho mayor. Todos sabemos que nuestros infiltrados terminan siendo descubiertos y deportados más allá de las murallas de sus dominios, cuando no son empicotados y mostrados como trofeos de guerra acá y acullá. Esto hace que en muchas ocasiones ni nos planteemos romper sus filas, conscientes de que nos irán enviando cada cierto tiempo a algún kamikaze. Por lo tanto, entiendo el desencanto. 

Validez de los argumentos magufos
Lo que considero que no hemos acertado a ver, estando demasiado ocupados en defendernos del ataque del infiltrado de turno, o gastando demasiada energía controlando las líneas enemigas, es que en ese ínterin también nuestro mensaje llega a su destinatario. Es decir, muchas de las potenciales víctimas de este invasor que es la irracionalidad se encuentran de repente con que no están solas, que no están indefensas frente a la barbarie e incluso, quizás sin quererlo directamente, se abona un campo donde crecerán las futuras generaciones que comanden este ejército nuestro. O lo que es lo mismo, de cada grupo de personas atacadas por la irracionalidad, conseguimos que una porción comience a pensar por sí misma, y a partir de ahí empiece a cuestionarse todo lo que le rodea, llegando, por qué no, a poner en duda el sistema en el que vivimos, e incluso a cuestionarse los clichés sociales que se les han impuesto, comenzando una lucha por una sociedad mejor, con mejores condiciones de vida, menos desigualdades y una mayor capacidad de convivencia. Como diría Murray Bookchin, la utopía es posible. 

Por consiguiente, lejos de alimentar este sentimiento de desaliento que planea sobre nuestras cabezas, debemos rendir homenaje a los mártires caídos temporalmente, esperar su pronta recuperación, guardarles su sitio en las filas, y mientras tanto, los que quedemos debemos seguir en la batalla, inasequibles al desaliento, continuando con la necesaria siembra que dará como fruto una nueva generación de luchadores. Hermanos caídos en la batalla, no estaréis nunca jamás solos, porque vais de la mano de la racionalidad, y porque cada día somos más los que despertamos de este Matrix de la barbarie. 

Nos vemos en la cara oculta de la Luna.